#5 Casas hechas con palabras
Sobre los libros sin páginas, las tramas que arrullan y el poder de nombrar
Quizás leemos y escribimos para revivir ese ritual, ese triángulo amoroso que cada noche unía tres vértices: un niño, un libro y un adulto.
Yolanda Reyes
1.
Entre las fotos mentales de mi infancia, aparece esta escena: mi mamá, acostada entre mi hermano y yo en la “cama grande”, nos lee un cuento después de cenar. Tenemos ocho y cinco años y elegimos el libro de una pila en su mesa de luz. Noche tras noche, las lecturas se repiten, a nuestros libros favoritos los sabemos de memoria. Pero una y otra vez emanan una magia que todavía hoy puedo recrear.
Cuando nació mi primera hija, hace 12 años, fui corriendo a buscar estos libros a mi casa familiar y ahí estaban (¡gracias, mamá!). Reencontrarme con ellos fue como viajar en el tiempo, como oler esos perfumes que te transportan a lugares que no recordabas pero que siguen ahí, latiendo fuerte.
En todo esto pensé mientras leía “La poética de la infancia”, de Yolanda Reyes, un libro que reúne 15 artículos agudos y sensibles sobre la infancia, la lectura, los vínculos.
Y que reflexiona, desde una escritura dulce y honesta, sobre esas tramas del lenguaje en las que nos criamos y constituimos como seres humanos, desde el momento en que nacemos.
2.
La infancia, para Yolanda Reyes, es un “momento vital de la experiencia humana” pero también “una manera propia de mirar de forma nueva”. La literatura, “experiencia humana tejida en el lenguaje”.
“Por ser parte de una saga escrita con palabras, necesitamos ser nutridos, no solo con leche, sino con esas envolturas –historias, cuentos y poemas- que logran reunir a los que están llegando con los que llegaron hace tiempo y con los que ya se fueron.”
Preámbulo, Yolanda Reyes
Dice Reyes: si vivimos y enseñamos la experiencia de la lectura, estamos ofreciendo a los chicos una “alternativa para construir la casa interior de cada uno”.
“Nuestros niños, niñas y jóvenes están inmersos en una cultura de prisa y bullicio que los iguala a todos y que les impide refugiarse, en algún momento del día o, incluso, de su vida, en lo profundo de sí mismos”
Lo que sí puede enseñar la literatura, Yolanda Reyes
Hay que dar de leer a los niños para que puedan acceder a ese espacio propio que creamos con lenguaje, el refugio personal donde construimos sentido a partir de nuestras experiencias y las nombramos y las compartimos. Nuestra casa de palabras.
3.
Y como los libros no llegan solos a los chicos, es necesario alguien que les lea. La mejor voz “es la de un cuerpo que canta: una voz amada que nombra y estrena el mundo.”
Cuando nació mi primera hija, me propuse leerle, leerle mucho. Me aboqué a la tarea con todo el gusto del mundo. Al principio, quise aprender más, conocer todo para “hacerlo bien”. Leyendo a Reyes, me reconocí en este párrafo:
“Cuando nacen los bebés empezamos a evocar aquellos “libros sin páginas” que alguien escribió en nosotros hace mucho, mucho tiempo.(…) Y descubrimos asombrados todo aquello que no sabíamos que sabíamos. Poco importa lo que dicen: importa lo que suscitan. (Voz, palabra, encantamiento. Ritmo que mece y conforta). ¿Qué otra cosa, sino esa, es la experiencia poética?”
Dar de leer a los hijos, Yolanda Reyes
En esos primeros años, leyendo con mi hija y luego con mi hijo, éramos todo lo que importa: “dos personas muy cercanas, cuerpo a cuerpo, cara a cara, hablando sin hablar todas las noches, de los misterios de la vida y de la muerte y del amor.”
Esta fue (y, a veces, sigue siendo) nuestra vivencia. Aunque ya son chicos grandes, todavía disfrutan de que les lea, de otros modos, en otras escenas.
En breve vendrán otras experiencias, la de “dejar leer a los hijos adolescentes”, como se titula uno de los capítulos más lindos del libro. En este artículo Yolanda cuenta cómo su hijo adolescente puso a prueba sus conocimientos de mediadora de lectura cuando, de golpe, abandonó la lectura literaria. La historia tiene sus idas y vueltas pero no te cuento más para que la leas.
4.
Me encantó este libro porque habla de refugios y de vínculos humanos y de palabras que nos sostienen desde que nacemos.
“Aunque leer literatura no cambie el mundo, sí puede hacerlo más habitable, porque el hecho de vernos en perspectiva y de reconocernos en la experiencia de otros contribuye a abrir nuevas puertas para la sensibilidad y el entendimiento de nosotros y de los otros”.
Lo que sí puede enseñar la literatura, Yolanda Reyes
¿Habías leído a Yolanda Reyes? Contame si me recomendás algún otro de sus libros.
¿Y conservás los libros de tu infancia? Yo estoy tras uno de mis favoritos perdidos, “Historias del bosque”, de Tony Wolf (la edición de 1985). Si sabés dónde encontrarlo, avisame. Escribiendo esta entrega me dieron ganas de volver a leerlo :)
Hasta la próxima,
Carolina
¡Me encantó, Caro! La literatura cambia nuestros pequeños mundos porque nos abre puertas a otros mundos infinitos. Y lo mágico es que, cuando somos niños, viajamos a esos mundos, los habitamos y allí construimos nuestros refugios. Y también de ahí, de esas historias heredadas, tomamos la materia prima para edificar nuestros sueños. Porque cuando nos leían un libro antes de irnos a la cama y nos quedábamos dormidos antes de escuchar el final, ¿dónde terminaban los cuentos y empezaban los sueños?