#18 Los refugios de la ternura
Acerca de jugar a las escondidas, los libros tristísimos y aquello que enciende las ganas de seguir investigando. Con Verónica Lichtmann.
1.
Escribo esta edición en un café a la vuelta de mi casa. Afuera hay un sol caliente pero adentro está fresco. Hay más gente de la que me gustaría pero tengo práctica en aislarme del ruido ambiente. Desde la época en que estudiaba en la facultad de Sociales que vengo practicando la concentración en bares y el bullicio me acompaña sin desenfocarme. También hay flores en la mesa y un café muy rico.
En la calle hace calor y me esperan mil pequeños pendientes del trabajo y de la vida cotidiana. Entonces me escondo un rato acá, donde pido pausa, pienso en otras cosas, escribo esto.
Qué juego excelente, las escondidas. Ese que jugamos en la infancia y que nunca se agota, solo cambia de forma. Correr y guardarse, solo por un ratito, sabiendo que al final volvemos junto a los demás y retomamos adonde empezamos.
Otro de mis escondites favoritos es mi auto, en los trayectos largos que manejo sola mientras escucho los podcast que me gustan. O la noche, ese horario en el que todos duermen y yo me hago un rato para leer en el silencio profundo, acurrucada bajo la manta, inclinada hacia la luz. ¿Cuáles son los tuyos?
Lo bueno de estos escondites es que pueden ser lugares, o momentos, o incluso espacios mentales. Pienso en un libro que leímos mucho con mis hijos, se llama ¿Dónde está Tomás?, de Micaela Chirif. Se trata de un chico que se esconde con estrategias sencillísimas y, al cubrirse o alejarse, viaja a dimensiones fantásticas.
Lo que más me gusta del libro es que la mamá también juega, pero ella ni siquiera necesita moverse de donde está. Solo se tapa los ojos y así, por quererlo nomás, se transporta a su propia dimensión. Que es de ella pero también es de encuentro con su hijo. Las escondidas como un código universal, para irse y para encontrarse.
Ojalá esta lectura pueda ser tu refugio para alejarte por un rato y para encontrarte con lo que inspira y lo que abre.
2.
Para esta segunda entrega de compartir lo que nos mueve, invité a Verónica Lichtmann.
Vero es Especialista en Didáctica de la Lengua y la Literatura por la Universidad Autónoma de Barcelona, Licenciada en Ciencias de la Educación (UBA) y Profesora de Enseñanza Primaria.
Es co-fundadora de la asociación civil EDELIJ de fomento lector y coordina diferentes espacios relacionados con la LIJ; entre ellos, un club de lectura para recolectores de residuos urbanos. Junto con Mercedes Colombo, creó Charlando un cuento, un club de lectura infantil y juvenil para adultos (al que yo asisto desde hace años y en el que aprendí muchísimo).
Conocí a Vero en un proyecto de participación infantil para UNICEF Argentina y enseguida me impactó su capacidad para trabajar con la infancia desde la ternura. Es una apasionada de la formación de lectores, tanto niñas y niños como adultos y contagia su pasión.
Además de ser una gran formadora y conocedora de la LIJ, tiene un talento espectacular que no le conozco a nadie más: puede leer de corrido un libro del revés, mirando desde arriba mientras lo sostiene para que los chicos vean las ilustraciones.
Esto me contó Vero:
1- ¿Un descubrimiento reciente para compartir?
Voy por Ediciones de la Terraza. Tienen propuestas muy originales, tanto desde la edición como desde los textos y la ilustración. Siempre hay una apuesta atrás, no hay una intención de caer en ciertos moldes y vender. Tienen un catálogo muy variado y amplio, ofrecen otra imagen de lo que es un lector o lectora infantil.
Una de sus propuestas es paisucho, que son textos ilustrados de poesía, con figuritas. Uno puede suscribirse y hacerse ciudadano de este paisucho, y con ese dinero, permite que se financie el proyecto. Está detrás Sebastián Vargas, que es un autor que siempre me resulta muy interesante e ilustrado por El Esperpento.
Elijo a Ediciones de la Terraza porque a mí, como lectora, me consolidó las ganas de seguir investigando.
2- ¿Un clásico que te siga inspirando?
Javier Villafañe. Lo releí en profundidad por tercera vez el año pasado para los clubes de lectura y volví a descubrir cosas nuevas y me vuelve a sorprender.
Su narrativa tiene una mezcla de crítica social con ternura, con humanidad, con poesía, con juegos con el lenguaje, con juegos con la tradición oral y a la vez rompe e inventa formatos nuevos.
Es un creador muy, muy interesante que quedó tal vez un poco limitado a sus obras de títeres y que es mucho más amplio. Me parece muy valioso e impactante que tiene textos para los más pequeñitos y pequeñitas, nanas y canciones de cuna y poemas hermosos y de una ternura increíble, y otros oscurísimos y muy duros y críticos para adultos y adolescentes. Me gusta mucho todo ese abanico que abre.
3- ¿Una experiencia cultural o educativa que hayas compartido con niños y te haya impactado?
Fui a acompañar al tercer grado de mi hijo al MIJU (Museo de la imaginación y el juego, en Buenos Aires). Tenía muchas ganas de conocerlo, fue hermoso, los chicos y las chicas la pasaron muy bien. El edificio es espectacular, la propuesta es muy rica y atrapante y los guías son muy simpáticos.
Sólo vimos las salas que mostraron para 8 y 9 años pero me quedó la sensación de que estaba todo muy pegado a lo tecnológico, y no sé cuánto espacio quedaba para el juego y la imaginación. Me hubiese gustado, dado que los chicos y las chicas de esa edad están muy expuestos a pantallas, que hubiese también otras propuestas.
4- ¿Un libro o película que te marcó cuando vos eras chica?
Me cuesta elegir uno pero me acuerdo mucho del cuento El Ruiseñor y la Rosa, de Oscar Wilde. Me acuerdo porque lloré muchísimo. Fue el descubrimiento de que podía haber cuentos tristes y eso me resultó tristísimo. Tristísimo y bellísimo a la vez. Y me acuerdo la sensación de terminar leyéndolo desconsolada.
5- ¿Un deseo para encarar el trabajo con infancias este año?
Cuidado y ternura. Creo que estamos en un contexto muy adverso, muy cruel, que no se lleva bien con el juego, con la imaginación, con pensar en el otro, con construir juntos y juntas. Deseo poder preservar y cuidar el espacio de creación. Jugar, poder cuidarnos y construir en conjunto.
Gracias Vero 🧡
3.
Tiro del hilo de lo que comparte Vero y encuentro muchas puntas para seguir.
Investigando el catálogo de Ediciones de la Terraza encontré este libro que casi que hace juego con esta newsletter: Si tuviera que escribirte, de Alejandra Correa con ilustraciones de Cecilia Afonso Estévez.
Un libro hermosamente delicado acerca escribir y recibir cartas. Me encantó su poesía y la ternura de las imágenes, mirá:
En cada página, la autora comparte algunas líneas sobre el olor del papel de carta, la anticipación de esperar al cartero, las cartas de amor y la melancolía de la carta perdida.
Toda carta tiene una fecha. Un saludo de bienvenida. Un augurio. Una preocupación por el que recibirá la carta. Una tensión que no siempre se resuelve. Y una despedida.
Ojalá estas líneas fueran recibidas por vos como una carta. Quizás lo que falte es la tensión no resuelta, prometo trabajar en eso. El resto va incluido.
Para la despedida de hoy, este poema de Javier Villafañe, a quien tuve el placer de leer en los clubes de lectura con Vero el año pasado. Este poema se llama Este es mi cuerpo, contame si te gusta.
Si querés investigar más sobre autores y literatura infantil y juvenil, sumate a los clubes de Vero y Mechi acá. Es un camino de ida.
Gracias por leer esta carta. Sigamos compartiendo para que se mutipliquen los espacios de cuidado y de ternura. Y para que el verano no se vaya tan rápido.
¡Hasta la próxima!
Carolina
Claro que lo recibo como una carta. Veo cómo caen pétalos del sobre. Un abrazo